lunes, 9 de abril de 2012




FERNANDO ARRABAL TERÁN (1932-_). Fando y Lis


   “Fernando Arrabal Terán nace el 11 de agosto de 1932 en Melilla. En esta ciudad precisamente tiene lugar, el 17 de julio de 1936, el inicio de la rebelión militar contra la República española. Conocidos son ya los avatares de su padre, Fernando Arrabal Ruiz, oficial del ejército de tierra: arresto inmediato por saberlo partidario de las ideas republicanas; conmutación de la pena de muerte por la de treinta años de prisión y un día; intento de suicidio; paso por las cárceles de Melilla, Ceuta, Burgos; simulación de locura; fuga, el 21 de enero de 1942, del Hospital de Burgos, en plena noche, adentrándose por una campiña cubierta con un metro de nieve. La búsqueda del padre constituirá toda una peregrinación, años más tarde, para el joven dramaturgo.


    La infancia y adolescencia de Arrabal (en Ciudad Rodrigo, durante la guerra civil, y en Madrid acabada ésta) está marcada por una impuesta y rígida educación religiosa –estudios primarios con las monjas teresianas; bachillerato con los escolapios; contactos con los jesuitas en el País Vasco y Valencia. A todo esto hay que añadir el ambiente helado y deformador que en su familia, como en tantas otras familias, suponía la simulación o la ocultación de ideas, de símbolos o de personas –aquí, la del padre-; la presión que el poder de la Iglesia, en convivencia con el régimen político, impone sobre las conciencias, particularmente en lo tocante a la moral sexual y a la práctica del culto católico… Con ello nos daremos una idea de las imágenes que el niño y el adolescente hipersensible que es Arrabal va almacenando en la memoria (facultad de la que, según él, brota todo su teatro).


    A sus diecisiete años ocurre un hecho turbador en su biografía: Arrabal descubre unas fotos familiares en las que la cabeza del padre ha sido recortada. A partir de este acontecimiento, el “poeta”, como suelen llamarlo irónicamente en la familia, decide romper con la madre, las tías y el hermano. Las imágenes se fijan para siempre. Al dramaturgo le será imposible desprenderse de la imagen mitificada del padre, enfrentada a la imagen ocultadora y sacrificada, cruel y tierna de la madre. El escritor entre uno y otra… Y ya en sus años de joven maduro… Luce, la universitaria francesa que conoce en el verano de 1954 en Madrid y que será su inseparable compañera a lo largo de su vida y de su obra.


    En 1955 obtuvo una beca de tres meses para realizar estudios de creación teatral en París. Arrabal se hospedó en la Casa de España de la Ciudad Universitaria de París. Quiso la suerte –así se expresa el autor- que sus abscesos de tuberculosis se le renovaran peligrosamente durante esos años de hospitalización en el Sanatorio de Bouffémont y en el Hospital Foch de Suresnes, cerca de la capital del Sena, en el que fue operado. Durante esta enfermedad escribe su tercera obra conocida, Fando y Lis, a la que seguirá Ceremonia por un negro asesinado, Los dos verdugos, El laberinto y Oración.


    Negar la influencia de la biografía (entendiendo por ésta todo el arsenal de recuerdos, fijaciones, ideas y temores archivados por el yo, en sus diferentes capas psíquicas, así como sus posibilidades combinatorias y simbolizantes en el juego del inconsciente), no sólo en la selección temática o argumental, sino incluso en la preferencia por ciertas imágenes obsesivas, personajes, lenguajes y comportamientos, es, o al menos así nos lo parece, negar la evidencia. Con esto no queremos tampoco supravalorar lo biográfico, como si la obra, en su totalidad estructural e ideológica, viniese predeterminada por las vivencias personales del creador.”

(Francisco Torres Montreal)


FANDO Y LIS


    Al leer Fando y Lis es inevitable acordarse de Beckett y su Esperando a Godot y de Ionesco y su Cantante Calva. Aunque en esta obra de Arrabal, la violencia es más explícita: víctimas de maltrato físico y psicológico, incapacidad física y mental, símbolos de opresión extrema (cadenas, esposas)…


    “En el teatro de Arrabal se distinguen tres períodos importantes que, a grandes rasgos, podemos conceptuar de primer teatro (años cincuenta), teatro pánico (años sesenta hasta 1968) y teatro pánico-revolucionario (de 1968 a 1975). Durante estos tres períodos, Arrabal mantiene una tensión vanguardista en lo formal que se corresponde estrechamente con otra tensión más profunda: la que parte de su biografía, rescatada por la memoria y por los sueños. En efecto, la desgarrada biografía del dramaturgo, cuya importancia hemos subrayado, se irá cruelmente explicitando, de modo progresivo, a lo largo de estos períodos. El primer teatro ha sido conceptuado por algún crítico como la etapa del Absurdo arrabaliano”.
(Francisco Torres Montreal)


Fando y Lis es una tragedia, como buen número de obras del Absurdo. Pertenece, al igual que Pic-nic y El triciclo, al primer período. Es una obra en cinco cuadros en la que el humor y la tragedia, el amor y la crueldad, se funden en la búsqueda de un lugar mítico, Tar, que se presta a las más variadas interpretaciones.



¿Qué es Tar?

 
    Para nosotras es esa situación burguesa de bienestar económico, familiar, amoroso, social que todo el mundo desea alcanzar, un lugar mental utópico de plenitud y felicidad. Y, si Fando y Lis podrían ser Fernando y Luce, Tar simplemente podría ser un juego de letras proveniente del soñado bienesTar.  


    Francisco Torres Montreal hace un análisis de algunas interpretaciones sobre el significado de Tar:


    “En el plano denotativo se trata de un lugar geográfico, de una ciudad, con un lago, al que Fando llevará a Lis. 


    En el plano simbólico, Tar ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Para Raymond Mundschau se trata de la felicidad de Fando y Lis (Fernando y Luce en 1955). Fando no da crédito a los hechos, todo le parece un sueño muy bonito como para ser verdad; de ahí que vuelva, él y sus personificaciones, a las martirizantes pesadillas del pasado: … habiendo crecido Fernando Arrabal en el mundo de la humillación y de las prohibiciones, del pecado, siendo efectivamente un desequilibrado, agresivo para ocultar su timidez, su miedo a los otros y a sí mismo, celoso como los de su raza, le costó creer en la felicidad que se le ofrecía.


    A. Berenguer da una interpretación menos biográfica. Desde su óptica sociogenética, los grupos camino de Tar representarían a la pequeña burguesía española, en la que se inscribe el dramaturgo, condenada a desparecer por el sistema monopolista de Estado tanto como por el socialista. Según esto, Tar representa las aspiraciones de reconocimiento y subsistencia de esa pequeña burguesía vencida.


    Para el crítico Paul Morelle significaría la Revolución. Explicaciones más comunes y generalizadas son las que ven en Tar el Paraíso de la infancia perdida, la utopía vaga e imprecisa, o el conocimiento. 


    La interpretación que más ha tentado a los directores de escena ha sido la que adivina en Tar la “personificación” de la Muerte. No cabe duda de que esta bella y emotiva solución es la que mejor se adapta al pathos ritual trágico, pues ninguno de los aconteceres humanos puede, en este sentido, igualar a la muerte. Pese a ello, el análisis de las relaciones entre los personajes contrariaría esta interpretación en más de un momento. Lis, que es el personaje más lúcido, junto con Toso, aun presintiendo su final, se nos presenta como el más vitalista de todos. Los hombres del paraguas afirman que nadie ha llegado nunca a Tar (afirmación que no tendría sentido de ser Tar la muerte). Sólo, pues, en un plano onírico se justificaría esta interpretación. Al dar muerte a Lis, pese al gran amor y a la inmensa ternura que le profesa, Fando querría matar los residuos paralizantes maternos que le atormentan.


    Un poco en relación con esto último, el análisis contextual del teatro arrabaliano durante sus dos primeros períodos nos conduce a otra interpretación: Tar es la libertad: en el plano individual-psíquico ante todo, en el plano social por extensión y, por último, en un plano ambiciosamente histórico. Esta libertad sólo la concibe Fando a través de la huida. Por ello, los personajes –que no llegan a ninguna parte- están expresando obsesiva y reiteradamente, por medio del ir a, la pesadilla del no poder huir de, salir de: de los tabúes, de la opresión materna tan brutalmente descrita en El gran ceremonial algunos años más tarde. Con Lis, el sujeto podrá plantearse esta huida como un proyecto de libertad poéticamente expresada, pero vaga e imprecisa en sus contenidos. Una cosa queda clara: el amor de Lis, más decidida que Fando, hará posible el proyecto. Lis comprende a Fando y acepta sus taras y fijaciones, las que Fando le transferirá metafóricamente haciéndola paralítica. Posteriormente –dentro del contexto arrabaliano- el proyecto se precisará: del caminar hacia la libertad auxiliado por el amor se pasará a una fórmula más completa: a la libertad por el amor y para el amor (amor y libertad tienen en Arrabal un mismo antagonista: la opresión).”

 (Francisco Torres Montreal)
 


     A muchos les decepciona la interpretación del propio autor, a nosotras lo único que nos sorprende, es que coincida con nuestra interpretación: En el momento en el que escribo la obra soy yo el “pequeño emigrante”, enfermo, sin recursos. Tar quizá fuera sencillamente mi dicha diaria: el bienestar, el confort burgués. (F. Arrabal)







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