domingo, 30 de octubre de 2011

Mirando detrás de las Divinas palabras

¿Estás libre de pecado?

Nosotras no y, aún así vamos a lanzar la primera piedra contra Divinas Palabras porque este libro necesita de ayuda divina para comprenderlo.

Si pensábamos que su espléndido lenguaje impregnado de gallegismos dificultaba terriblemente su lectura, es porque sólo nos habíamos quedado nadando en la superficie de la obra. Por eso hoy vamos a dedicarnos a bucear por el trasfondo de crítica social y política que se esconde bajo la esmeralda del río.

Un trasfondo muy duro que se nos escapa al no conocer a los personajes reales que Valle, como siempre tan genialmente, ha esperpentizado en los personajes de Divinas palabras. Hoy vamos a sacar a algunos de ellos de la “Galicia profunda” de Divinas palabras hasta la luz de nuestro Mediterráneo. Ya que la verdadera intención de Valle, (como muchos de los intelectuales de la época, cansados del sistema de vida, lleno de miseria, de corrupción, de religión, de incultura, decepcionados por la pérdida de las colonias españolas de ultramar y del recuerdo lejano de una pasado falsamente esplendoroso) era “denunciar abiertamente la corrupción política de los gobernantes españoles de una reciente época histórica y la descomposición moral a que había llegado todo el país, tanto los opresores como los oprimidos. Y nada mejor para dejarlos al descubierto que mostrar las flaquezas y vicios de gobernantes y gobernados de la última parte del siglo anterior, disfrazándolo todo de “tragicomedia aldeana” de tono costumbrista.” M. Bermejo Marcos.

Todo lo que ocurre en la obra se corresponde con acontecimientos históricos pertenecientes al último tercio del siglo XIX. Incluso hay un detalle que nos da la fecha en la que sucede la obra:

La referencia a Carolina Otero: “…¡Esa, la propia que se acuesta con el rey de los franceses!”, según la divertida conversación de dos maleantes, está cuidadosamente señalando la época verdadera en que transcurre el enredo de la parábola, que no son los años en que se escribe, sino más de treinta años antes.

¿Quién era La Bella Otero?

Carolina Otero (Ponte de Valga, 1868 - Niza, 1965) Bailarina española que a pesar de nacer en una familia pobre su fama posterior y su belleza le valieron el apelativo de La Bella Otero, con el que fue mundialmente conocida. Su vida es una novela digna de lectura. A los 11 años es violada brutalmente por Venancio Romero que se dio a la fuga. La niña quedó malherida, con graves desgarros y rotura de pelvis: los médicos que la trataron concluyeron que nunca podría concebir, como así fue. En cuanto a los desgarros sicológicos, qué decir. Muchos autores ven en su posterior desapego e impiedad hacia los hombres la huella de este trauma. Aunque siendo una mujer fría no era verdaderamente frígida.

La belleza de la Otero resulta, para el gusto actual, algo incomprensible, pero es evidente que en su tiempo no opinaban lo mismo. Parte de su éxito puede proceder de la imagen de exotismo que supo vender en Europa y América. Curiosamente, siendo gallega por los cuatro costados (cuando se enfadaba, cosa que solía hacer con bastante frecuencia, maldecía en gallego), se hizo pasar exitosamente por andaluza y hasta circularon documentos de identidad que la hacían nacer en Cádiz.

Así, hacia 1900, era ya todo una sex-simbol de "La Belle Époque" parisina, triunfadora tanto en los escenarios del teatro como en los del amor, y dueña de una gran fortuna que gastaba en el Casino de Montecarlo y en joyas espectaculares. La fortuna que llegó a acumular la Otero, algo así como 68.000 millones de pesetas actuales, que desapareció velozmente cuando la dama dejó de ejercer y se dedicó "full-time" a visitar los casinos de postín.

La pasión que los hombres sintieron por ella fue irresistible. Algunos se suicidaron por su amor, o gastaron verdaderas fortunas en conseguirlo; entre los que la amaron se cuentan el emperador Guillermo II, el barón de Ollstreder (arruinado en Montecarlo por su culpa), el político Aristide Briand y Eduardo VII de Inglaterra.

El personaje de Juana la Reina, parece ser una esperpentización del rey Alfonso XII –su apellido así lo deja entrever-; y tan maliciosa insinuación denuncia una posible enfermedad muy diferente al “proceso pulmonar tuberculoso” que figura en la versión oficial como causante de la muerte del monarca. Si buscáis información acerca de su persona, siempre encontraréis que murió de tuberculosis, pero Valle insinúa algo muy diferente, insinúa que su muerte fue debida a una enfermedad venérea a causa de su promiscuidad. De hecho, Alfonso XII, aunque murió joven (27 años) se casó dos veces. Una con su prima María de las Mercedes de Orleans, hija de los duques de Montpensier (que murió de tifus unos meses después) y otra con María Cristina de Hasburgo-Lorena, prima segunda del emperador Francisco José I de Austria, con la que tuvo tres hijos: María de las Mercedes, María Teresa y Alfonso XIII. La viuda de Alfonso XII, María Cristina, fue regente de España hasta la mayoría de Edad de su hijo Alfonso XIII, en 1902. Pero además de su prole legítima, Alfonso XII dejó al menos dos hijos ilegítimos con la contralto Elena Sanz.


Pedro Gailo y Séptimo Miau

En Divinas Palabras, Valle le dedica a Cánovas del Castillo y a Práxedes Mateo Sagasta (los dos protagonistas de los hechos políticos más importantes de la Regencia de María Cristina) un “homenaje especial” a través de los personajes de Pedro Gailo (el sacristán) y de Séptimo Miau (el farándula trapichero).

¿Quiénes fueron Cánovas y Sagasta?

Cánovas del Castillo fue una de las figuras más influyentes de la política española de la segunda mitad del siglo XIX, instauró el sistema político de la Restauración y fue el máximo dirigente del Partido Conservador. Es considerado como uno de los más brillantes políticos conservadores de la historia contemporánea española y criticado por sus detractores por crear una falsa apariencia de democracia mediante el «turno de partidos», por suspender la libertad de cátedra en España o por su postura favorable al esclavismo (La esclavitud es una actividad económica mientras que el esclavismo es la ideología que la sustenta).

Se denomina «canovismo» a la corriente política que tiene por fondo la implantación de una democracia no revolucionaria y tradicional al modelo británico. Ésta, sustentada en la monarquía, creía en el bipartidismo y la alternancia del poder.

Cánovas era partidario de mantener a los Borbones y el viejo sistema liberal antidemocrático basado en el sufragio censitario. Defendía la idea moderada de la soberanía compartida de Rey y Cortes, en un punto intermedio entre el Antiguo Régimen y monarquía democrática de 1869. Sin embargo, era consciente de que era necesario renovar el agotado programa de los moderados. Estas eran las novedades que propuso:
·           Alfonso XII debía reemplazar a la impopular Isabel II. Cánovas consiguió que la reina renunciara a sus derechos al trono en 1870.
·           Había que terminar con las continuas intervenciones del Ejército, fuente continua de inestabilidad política.
·           Había que crear un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que pacíficamente se fueran turnando en el poder. Estos dos partidos serían el que él creo, el Partido Conservador, que debía sustituir al agotado partido Moderado, y el Partido Liberal, dirigido por el antiguo progresista Práxedes Mateo Sagasta, que sería el heredero de los ideales de 1869 adaptados a los límites del sistema canovista.

Cánovas diseñó un sistema basado en el turno pacífico de dos partidos en el poder. El Partido Conservador, dirigido por el propio Canovas del Castillo y heredero del moderantismo, y Partido Liberal, liderado por Sagasta, al que se unirán progresistas y demócratas del Sexenio. Sagasta a menudo hablaba como un progresista radical, pero actuaba de una manera moderada y pragmática.

El sistema de turno  tuvo la gran virtud de garantizar la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin durante un largo periodo al intervencionismo militar y a los pronunciamientos. Sin embargo, el turno fue un puro artificio político, destinado a mantener apartados del poder a las fuerzas que quedaban fuera del estrecho sistema diseñado por Cánovas: las fuerzas de izquierda, el movimiento obrero, los regionalismos y nacionalismos.

Práxedes Mateo Sagasta fundó el Partido Liberal en 1880, tras la restauración de los Borbones en la corona de España, en la persona de Alfonso XII. El Partido Liberal junto al Partido Conservador de Cánovas del Castillo constituiría el sistema bipartidista con alternancia en el gobierno que caracterizaría a la Restauración española durante el tramo final del siglo XIX y la primera parte del siglo XX. Durante este período, Sagasta presidió el gobierno en cinco ocasiones.


Algunos hechos políticos importantes implícitos en la obra:

El pacto de El Pardo

El pacto para la administración del enano hidrocéfalo es una esperpentización magistral del famoso “arreglo político” entre Cánovas y Sagasta del que se habló mucho, después de la muerte de Alfonso XII; el llamado “Pacto de El Pardo”.

El Pacto de El Pardo fue un acuerdo llevado a cabo el 24 de noviembre de 1885, en vísperas de la muerte del rey Alfonso XII, entre Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta con el propósito de apoyar la regencia de María Cristina (embarazada del futuro rey Alfonso XIII) y garantizar así la continuidad de la monarquía ante la situación creada por la prematura muerte del monarca. En este pacto se sancionó el turno de gobierno entre ambas formaciones, y Cánovas se comprometió a ceder el poder a los liberales de Sagasta a cambio de que éstos acataran la Constitución de 1876. El 27 de noviembre, Sagasta formó un nuevo Gobierno, tal como se había acordado tres días antes. El turno instaurado en el Pacto del Pardo se prolongó hasta 1909. El pacto ya existía de forma implícita desde 1881, fecha en la que Sagasta asumió el poder por primera vez en el periodo de la Restauración.


El turno en el poder no era la expresión de la voluntad de los electores, sino que los dirigentes de los partidos lo acordaban y pactaban previamente. Una vez acordada la alternancia, y el consiguiente disfrute del presupuesto

El conflicto hispano-estadounidense de 1898

Los cerdos que devoran los restos del enano muerto y abandonado son una sacástica alusión a los Estados Unidos, popularmente conocidos en los años del 98 como los “choriceros”, los “bacuriños” (en dialecto galaico)

Sagasta presidió el gobierno durante el conflicto hispano-estadounidense de 1898, siendo presidente de Estados Unidos William McKinley. Este conflicto es generalmente denominado en España “el desastre del 98”, o Guerra de Cuba, y supuso la pérdida de las colonias españolas de América (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) y Asia (Guam), cedidas a Estados Unidos, que se convertiría en potencia colonial. Derrota por la que tuvo inevitablemente que asumir la responsabilidad, lo que no impidió que le fuera nuevamente confiado el gobierno de la monarquía en 1901-1902.

Metáfora de la Primera República


Los dos ancianos que conducen “una niña blanca con hábito morado” a una ermita son los únicos en toda la obra que se compadecen del indefenso idiota, y “la niña enferma” le ofrece golosinas y un poco de compasivo amor, momentos antes del salvaje asesinato. “¿No será esta enigmática “niña” una delicada metáfora de aquella otra “niña”, la primera república, que nació enferma de muerte y que pudo haber sido la salvación del idiota, el pueblo indefenso…?” (M. Bermejo Marcos).

La Primera República Española fue el régimen político que hubo en España desde su proclamación por las Cortes, el 11 de febrero de 1873, hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando el pronunciamiento del general Martínez-Campos dio comienzo a la Restauración borbónica en España.

El primer intento republicano en la Historia de España fue una experiencia corta, caracterizada por la profunda inestabilidad política y social y la violencia. La República fue gobernada por cuatro presidentes distintos hasta que, tan sólo once meses después de su proclamación, se produjo el golpe de Estado del general Pavía y la instauración de una república unitaria dominada por el Duque de la Torre.


El período estuvo marcado por tres guerras civiles simultáneas: la Tercera Guerra Carlista, la sublevación cantonal en la península Ibérica y la Guerra de los Diez Años en Cuba. Los problemas más graves para la consolidación del régimen fueron la falta de verdaderos republicanos, la división de éstos entre federalistas y unitarios y la falta de apoyo popular.

No esperábamos menos de Valle, tan crítico y tan genial como siempre. Sí es cierto, ¡cuánta pamema! hay en la política. Todo va para la faltriquera y nos esconden lo que pueden bajo el jergón del dornajo.

Aunque, entre tanta maldad, avaricia y lujuria, el sol traza sus juveniles caminos de ensueño sobre la esmeralda del río.

Así pues, hoy ya sabemos más acerca del verdadero trasfondo de la obra y de los verdaderos personajes que habitan detrás de sus líneas.; y nos quedamos con la conclusión de que las divinas palabras no son más que “las nieblas retóricas con que los políticos y gobernantes encubren o disimulan sus acciones, sus acuerdos secretos, para seguir aprovechándose del pobre inocente, para seguir robándole”.

¿Y tú? ¿Te titulas amigo del diablo?

miércoles, 26 de octubre de 2011

¡Miau!

Los diferentes niveles del lenguaje que aparecen a lo largo de las obras de Valle: rimas interiores, cultimos, coloquialismos, vulgarismos, palabras de argot, gitanismos, gallegismos, deformación de términos comunes, etc., caracterizan a sus distintos personajes, a través de los cuales, no sólo con lo que dicen, sino con lo que son, se plasma la más extravagante y auténtica vida de la sociedad española de principios del siglo XX.

El lenguaje del esperpento, fue un estilo propio que renovó el lenguaje teatral de su época, aunque se basara en elementos ya existentes en el teatro español.

Tras leer "Luces de Bohemia" por primera vez, llamó nuestra atención una expresión que se reitera a lo largo de la obra y que también encontramos en "Los cuernos de Don Friolera" (una de las obras recopiladas en "Martes de Carnaval").

Es la expresión: "¡MIAU!", que, además de ser la onomatopeya del maullido de un gato, tiene otras connotaciones dentro del lenguaje esperpéntico de Valle-Inclán.

Al principio se puede pensar que es la expresión de un personaje en concreto y que lo va a caracterizar a lo largo de la obra, sin más pretensiones. No obstante, no es así, ya que es utilizada por diferentes personajes a lo largo de las obras. En "Luces de Bohemia", en cuestión: por Un Borracho, Don Latino y El Pollo. Por tanto, es una expresión que no define a un personaje, sino que tiene validez por si misma a lo largo de los diferentes diálogos.

También, a primera vista, puede parecer una expresión sin sentido en el contexto escénico en el que se encuentra o dicha por uno de los personajes. No es de extrañar en el esperpento, ya que los personajes utilizan deformaciones idiomáticas que no son las habituales en el lenguaje pulcro del modernismo.

Así las cosas, nuestra propuesta de significado se basa en la propia interpretación dramática del texto de Valle. Según la edición de Alonso Zamora Vicente de "Luces de Bohemia", el término equivale a una negación con matices de burla y desconfianza. Ahora bien, desde nuestro punto de vista es un término con un significado que trasciende de la negación o la burla, y más aún en la obra de Valle-Inclán. Es decir, es una expresión mucho más compleja que la simple negación, tiene matices y significados variables y, en cualquier caso, es una manifestación espontánea muy propia y característica del lenguaje valleinclanesco.

La expresión "¡MIAU!" animaliza a los personajes, dotándoles de características propias de los felinos. Animales callejeros, espabilados, traidores, desconfiados; animales vinculados a la magia, a lo esotérico y a la fantasía, almas vigilantes, sombras de la noche, vagabundos callejeros entre el cielo y el infierno con sus siete vidas.

"Séptimo Miau", así apoda Valle a Lucero, personaje de "Divinas palabras", con una metáfora de su vida y de su persona. Siete vidas tiene un gato y el "Compadre Miau" ya va por la séptima...

sábado, 22 de octubre de 2011

La Vida, la Muerte, la Religión...


     La religión, la vida y la muerte, son tres de los subtemas principales presentes tanto en Luces de Bohemia, como en Divinas palabras. Por eso nos vamos a detener un momento en la primera concatenación de metáforas que citamos en la entrada anterior, y que pertenece a la escena de Luces de Bohemia en la que el poeta ciego, Max Estrella, pronuncia dichas palabras mientras conversa en la barra de un bar con Don Gay y Don Latino de Híspalis, sus correligionarios anticlericales:

     "La vida es un magro puchero; la Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes; el infierno, un calderón de aceite albando donde los pecadores se achicharran como boquerones; el Cielo, una kermés sin obscenidades, a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María. Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere."

     Podríamos asegurar que no es MAX quien habla, sino el propio Valle, que por boca de MAX, expresa sus pensamientos, su sentir. La vida es un magro puchero, un valle de lágrimas, un duro camino lleno de penas y pesares donde la muerte está siempre presente, esperándonos en cualquier recodo, burlándose de nosotros, apareciendo de repente y nutriéndose del sufrimiento que deja a su alrededor.

     El pueblo ha transformado el verdadero fondo de los grandes conceptos de la religión en un cuento para beatas costureras en el que ellas se sienten protagonistas y con el poder divino de juzgar a los demás sin sentir lo que es realmente la bondad en su interior. Sin ver que el verdadero infierno está en la vida y que su castigo es estar ciegas ante ello y dejar pasar la única oportunidad de mejorar la vida. No admiten la muerte como algo natural y se empeñan en hacer perdurable lo caduco, ajenas al presente, al aquí y ahora, igual que la sociedad española, ajena a los aires de progreso. 

     Según Luis González-Carvajal Santabárbara, en "Esta es nuestra fe: teología para universitarios", dice que este es el juicio que Valle-Inclán hace de las creencias populares en la "otra vida".

     Nos preguntamos qué quería decir realmente Valle con esto y pensamos que la respuesta reside en la esperpentización de lo que aparecía como la extravagante práctica religiosa española de principios del siglo XX (y todavía latente en la España profunda), orientada de una forma no excesivamente distinta a la de otros países. ESto es: la salvación, no por las obras, ni tampoco por la fe interior, sino por los ritos exteriores. Así, en las manos de España deviene el cristianismo alterado en su propia esencia. Esta exterioridad es contraria al verdadero espíritu del cristianismo, a la gran y constante tradición que enseña que el valor de los actos viene desde dentro.

     Europa decía representar las fases más envidiables del hombre en evolución, mientras, en España, la religión mantenía a un hombre temeroso del castigo divino pero capaz de hacer de su vida y de la de los demás un continuo castigo.

     Por ello, Valle-Inclán intenta plasmar en su obra, lo esperpéntico de las tradiciones religiosas, desconocemos si por la extrañeza, la inquietud que le producía o, como decíamos anteriormente, por esa "fascinación afectada", la exageración y la exterioridad a la que se había llevado lo religioso: la muerte representada por "una carantoña ensabanable (envuelta en sábanas) que enseña los dientes" o "el Cielo, una kermés" (una fiesta popular al aire libre con baile y feria, sin obscenidades, ¡qué ironía!) a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María.

     Valle-Inclán se queja de que "Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras", pero está claro que estos cuentos a Valle le fascinaban y fueron materia prima para sus obras.





jueves, 20 de octubre de 2011

RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)

A los que os lancéis a la lectura tanto de “Luces de Bohemia” como de “Divinas palabras”, os aseguramos que no quedaréis indiferentes. A algunos os costará más seguir la lectura y a otros menos, podrá gustaros mucho o no gustaros nada, pero eso sí, además de remover vuestras entrañas más profundas, ninguno podréis obviar lo espléndido de su lenguaje, ni permanecer inmunes ante él. La belleza de sus acotaciones, más próximas a lo cinematográfico que a lo teatral, es un deleite para nuestras mentes:

¿Te caminas con nosotras en la aventura del lenguaje Valle-Inclaniano?

LUCES DE BOHEMIA
Esperpento

Acotación: “ZARATUSTRA entra y sale en la trastienda, con una vela encendida. La palmatoria pringosa tiembla en la mano del fantoche. Camina sin ruido, con andar entrapado. La mano, calzada con mitón negro pasea la luz por los estantes de libros. Media cara en reflejo y media en sombra. Parece que la nariz se le dobla sobre una oreja. El loro ha puesto el pico bajo el ala. Un retén de polizontes pasa con un hombre maniatado. Sale alborotando el barrio un chico pelón montado en una caña, con una bandera”.

Un lenguaje muy rico, con gran variedad de registros. La mezcla del lenguaje culto, con el coloquial y el vulgar, le otorga más potencia a cada uno de ellos.

El listado de palabras que nos llaman la atención, ya sea porque son gitanismos, o madrileñismos, o galleguismos, etc., se hace interminable y dificulta la lectura. Sólo vamos a citar unas pocas que nos han llamado la atención:
- Coime (aparece con el valor de “señor”, mozo de taberna” y también como “querido, chulo”).
- Berroqueña (piedra berroqueña: granito)
- Quinces de morapio (se refiere al vino tinto).
- Entodavía
- ¡Filfa! (mentira, engaño, noticia falsa)
- Bocón (que habla mucho y miente mucho)
- Chola (“cabeza”)
- Aventa
- Camelo (engaño)
- Guipar (mirar)
- Dar mulé (matar).
- Prez (fama)
- Camarrupa (término teosófico, generalmente escrito “kamarupan”. Es una forma originada por los deseos y que sobrevive a la muerte de su creador. El sentido aquí es “espíritu vengador”).
- Gachó (individuo).
- Beatas (pesetas).

De todos los recursos estilísticos que aparecen en el texto vamos a rescatar para nuestro blog algunas metáforas:

-          La Vida es un magro puchero. La Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes. El Infierno, un calderón de aceite (…).
-          Máximo Estrella y Don Latino de Hispalis, sombras en las sombras de un rincón (…).
-          Es un Tartufo Malsín.
-          Yo soy el dolor de un mal sueño.
-          El periodista es el plumífero parlamentario.
-          De repente el grillo del teléfono se orina en el gran regazo burocrático.
-          Su máscara de ídolo se anima con una sonrisa cargada de humedad.
-          Mujeronas encendidas, de arañada greña.