jueves, 29 de marzo de 2012


La censura en Historia de una escalera




    Unos días después que Las palabras en la arena, se presentaba a censura Historia de una escalera. Fue leída por tres censores, que no encontraron en ella ninguna tesis perniciosa ni contraria a los principios del régimen: así, el religioso fray Mauricio de Begoña, aunque no la encontró de su agrado, no puso reparos para autorizarla, ya que, en su opinión, no defendía una ideología concreta, sino que describía una realidad:



    “La obra es expositiva sin mantener tesis alguna. Describe las sordideces, sueños, fracasos y nuevos sueños de una humanidad sórdida que se repite a sí misma con rutina de bestia de noria.”



    Igualmente, Montes Agudo señaló que el texto carecía de “fuerza polémica”, y en cuanto a su dimensión moral, se limitó a señalar: “Sin tacha”. La “tesis principal”, para él, era la siguiente: “los hijos se resisten a caer en los errores de los padres, en limitar el vuelo de sus sueños a la estrechez de esa escalera, es decir, de ese ‘mundo’ hostil, enconado y pobre de espíritu”. Por último, Emilio Morales de Acevedo, aunque proponía la supresión de varios fragmentos, realizó un informe muy elogioso. Este censor se refería así al argumento de la obra:



    “Se reduce a un bello y sutil sainete para minorías selectas en el que se reflejan unas vidas de gentes humildes que habitan la casa y suben y bajan la eterna escalera; se aman, se odian, se critican, nacen y mueren y la historia se repite en los hijos, que pese a todas sus ilusiones, seguirán subiendo y bajando la eterna escalera hasta que quiera Dios.”



    Este censor calificaba su valor literario de “muy estimable”, y añadía: “Es prodigio de observación y de verdad que lleva al autor a no querer prescindir de adjetivos vulgares para dar fuerza y color a la obra”. También Montes Agudo encontraba apreciable la intención de hacer un teatro nuevo y distinto: destacó como virtudes “valentía en el enfoque escénico, sinceridad en el perfil de los personajes, nobleza de tema, pulcritud en el trazado moral, intento de rasgar ciertos patrones escénicos, perfecta ambientación”; sin embargo, como ya se apuntó, señaló que el autor se había quedado en el intento por falta de capacidad creadora: entre sus defectos, señaló “Indecisiones, reiteración, monotonía, estrechez de tema, artificiosidad, lentitud, poca elevación dialéctica”, y concluía: “Es una muestra de teatro inquieto, nuevo, estimable siempre, pero servido por pluma sin nervio o pasión de artista”.



    Finalmente, la obra fue autorizada tan sólo una semana después de haber sido presentada, con tres cortes —dos de los cuales, significativamente, hacían referencia a la desigualdad de clases y al sindicato— y dos modificaciones (“nada grave”,según el autor ). Con su autorización, la carestía económica y las condiciones de vida de las clases humildes serían reflejadas por primera vez en un escenario, consiguiendo un éxito que los censores no habían sospechado. Según señala Iglesias Feijoo, en este texto el autor ya estaba poniendo en práctica su teoría del posibilismo, pues todo el entramado de relaciones ideológico-sociales permanece en el subtexto. Igualmente, este autor señala que en ella Buero estaba hablando, en la medida en que le era permitido, de las secuelas de la guerra civil española:



    El público de 1949 sabía, efectivamente, que se estaba aludiendo en el subtexto a problemas que no era posible plantear con mayor claridad. Pero esas referencias estaban ahí, y creo que el autor aludía, entre otras, a esta obra, cuando en 1958 contestaba a la acusación de no abordar los problemas españoles recientes, como la guerra civil: “Usted... echa sobre nuestros hombros... una culpa que no es nuestra. Dice usted que bastaría con reflejar el que los protagonistas la vivieron y en ellos dejó la enorme huella. Pues bien, eso es, sin citarlo, lo que les ocurre a nuestros protagonistas. Usted dirá que no lo nota. Y yo le responderé que es una mala suerte para mí, pero que quizá otros lo notan”. (Antonio Buero Vallejo)







Berta Muñoz Cáliz, El teatro crítico español durante el franquismo, visto por sus censores, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2005.

http://www.xn--bertamuoz-r6a.es/censura/indice.html











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