viernes, 13 de abril de 2012



(1 de 2) Diferentes puestas en escena de Fando y Lis




Fando y Lis: arte versus discapacidad. CIA El Tinglao

David Ojeda Abolafia
Director de la Cía. El Tinglao


En este artículo planteo la evolución que ha tenido el montaje de Fando y Lis que estrenó la Cía. El Tinglao, así como sus diferentes momentos durante el año de vida que vive viajando hacia Tar. Sería "…largo de contar, eterno…" en palabras propias de Mítaro y Namur, conque espero sirva para que en el futuro, cuando ya no exista, siga rondando la idea infinita de este viaje que siempre tuvo su sentido, y su fin.




Fando y Lis como intención


"Sin embargo, no debemos dejarnos influir con exceso en nuestros juicios sobre los primitivos por la analogía con los neuróticos. Es preciso tener también en cuenta las diferencias reales. Cierto es que ni el salvaje ni el neurótico conocen aquella precisa y decidida separación que establecemos entre el pensamiento y la acción. En el neurótico, la acción se halla completamente inhibida y reemplazada totalmente por la idea. Por el contrario, el primitivo no conoce trabas a la acción. Sus ideas se transforman inmediatamente en actos. Pudiera incluso decirse que la acción reemplaza en él la idea. Así, pues, sin pretender cerrar aquí con una conclusión definitiva y cierta la discusión cuyas líneas generales hemos esbozado antes, podemos arriesgar la proposición siguiente: en el principio era la acción".



Freud, S: Tótem y Tabú; Obras Completas, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1996, pág. 1850.




Comienzo de cualquier manera ahondando en lo que definiría por excelencia al cometido del teatro: la acción, y cómo en el fondo de esta obra de Arrabal, la manifiesta tragedia a la que se asiste, y como motivo de la máxima de este género anclado en el origen de la cultura occidental escénica en Grecia, vuelve a ser, la acción, la encargada de definir y ensalzar su manifestación.



Asimismo, es interesante ver cómo el legado del "Teatro Pánico" se afianza en diversos conceptos de esta cita. Quizá no sólo es pasto de la neurosis social imperante en el occidente contemporáneo, sino que como resultante de la tradición surrealista desde donde nacen sus creadores, Jodorowski, Topor y Arrabal, se nutre de la visión del subsconciente y la inmensa marea de trabas de la conducta que aflora a través del onirismo, de la obsesión y con ello del mundo de censuras que ahonda en el análisis freudiano. Si observamos la idea de la película creada por Arrabal y Jodorowski sobre esta obra, Fando y Lis, vemos de forma clarísima las intenciones y las influencias.



Por un lado, el rito en la envoltura de las ideas de la vida y de la muerte, así como las pasiones narradas en un distanciamiento, abren plenamente el mundo de los dos personajes, como protagonistas afectados desde su inicio vital por el sinsabor del mundo, con sus obsesiones, que les convertirán en dos ditirambos en busca de ideales y utopías imposibles, como abunda en la fábula de Tar. Dos marginados cotidianos, como podrían ser en un intento de realismo en la connotación de la obra, protagonizan un rito tragicómico para quizá exorcizar sus culpas, recibidas, pero aumentadas por su imposibilidad de extrovertir, a través de convulsas y espúreas formas no aclimatadas en la rectitud de la moral social. Como dos marginados viven ausentes, al margen, inclusive de los visitantes marginales, que tienden a exagerar la situación de la pareja, a pesar de su tremendo caos vital, me refiero a los hombres del paraguas.



Entre la neurosis y la paranoia de Fando y la discapacidad física evidente de Lis se rasguea esta obra, que podemos abordar desde muchos lados, donde la relación casi sadomasoquista hace que la sinrazón lleve a la fatal solución de la pareja, la muerte de Lis en un rapto de locura de Fando por una nadería. La pasión desbordada y la enajenación total de los personajes es cauce por donde la obra muestra una tensión muy diversa, entre la comedia y la tragedia, en una tensión dramática espectacular.



La abundancia en registros diversos —asistimos a una tensión propia de ese conglomerado de invención hispana que comienza en La Celestina—, hace de esta obra una creación dramática de sumo interés. La intención al proponerla como elemento práctico para un análisis cualquiera, hace necesaria la explicación, de corte artístico, además de la intención estética, propia de la ecléctica manifestación estética a través de mi dirección artística de casi tres lustros de una compañía de arte escénico como El Tinglao, intentando hacer una propuesta innovadora desde su trayectoria.



El motivo de un rito nos lleva directamente al planteamiento de la muerte de Lis no como un acto individual a manos de Fando, que proyectándolo podría ser la muerte de muchas mujeres, en un anecdótico derrotero de análisis desde la violencia de género, sino que además es un sacrificio en tanto que el coro que asiste en la distancia navega en la sinrazón de muertes rituales en distinta forma que podemos ver el análisis de Freud de la anterior cita, además de una consideración extrapolable a cualquier cultura en un comentario de índole antropológico. La muerte de Lis sirve de liberación a Fando, o es quizá un aumento en la obsesión para el resto de su existencia. Así en análoga tendencia, la muerte ficticia a través de la no consideración de la persona con discapacidad por la sociedad, la libera falsamente para siempre o logra una situación de constante vuelta al conflicto, al caballo de cómo sentirse ante la negligencia y la displicencia como sociedad ante la persona con discapacidad. La muerte no suele solucionar el conflicto emocional como se sabe, así como el olvido de un apartado social no suele ser la mejor vía para el desarrollo del ser humano en la sociedad. La muerte como síntoma poético del olvido práctico nos debiera arrojar un análisis ulterior, vaya que quedemos indemnes como los hombres del paraguas ante la coréutica manifestación voyeur que manifiestan durante toda la historia.



Así, dos personajes discapacitados como Dionisos (ver Medina Vicario, M: Los géneros dramáticos; Ed. Fundamentos, Madrid, 2000) avanzan en el escenario. Fando es interpretado por un actor sin discapacidad, egresado de una Escuela de Arte Dramático. Lis es una actriz que presenta una deficiencia física secuela del virus de la poliomielitis que afectó en una basta epidemia a muchas familias al inicio de la década de los sesenta, actriz que forma parte de la compañía desde los inicios. En este sentido, la función entre actor sin deficiencia que representa a personaje con una discapacidad evidente, paranoide, se pone en evidencia directa con la deficiencia de la actriz que interpreta al personaje afectado con una discapacidad física. Ambos encuadran una polisemia dentro del signo teatral, dándose la circunstancia que está siendo eco en muchos análisis del arte escénico y del mundo de la representación, en el caso del cine, donde comienza a plantearse qué ocurriría si los personajes que aparezcan con una discapacidad fuesen interpretados por personas con deficiencia manifiesta.



Es interesante la valoración que hace este autor en este excelente libro sobre la deformidad de Dionisos y los orígenes deformes de la teatralidad griega en su mitología.



Éste es uno de los puntos de mayor intensidad que deseo mostrar en este artículo, cuando comience a generalizarse esta situación se plantearían diferentes puntos de debate: es la práctica artística una evidencia en tanto que se realiza una asimilación entre sujeto y objeto de expresión, de tal forma que no exista el rasgo de convención inicial que apuesta por la separación del mundo del sujeto como hecho ligado a la realidad y el del objeto, en este caso el personaje, como elemento de ficción; además, en este orden, podría pensarse qué ocurriría si un personaje con otro tipo de afectación emocional o social, ligado a la tara en tanto que no tenga una autonomía considerada pueda ser comprometido a la actuación; o asimismo, qué hacer cuando actores han realizado películas en un orden de guión que se ha ajustado con la situación marital, por ejemplo, en Hijos de un dios menor, donde el proceso de transferencia de sujeto a objeto fuera de orden similar al que nos referimos con la interpretación de Fando y Lis. O el contexto en que en diversas series televisivas de una cadena y en una hora de máxima audiencia haya aparecido un actor con deficiencia interpretando uno de los personajes.



En este sentido, qué pasaría si un loco o un toxicómano representasen su papel en escena. En lo particular, y es ahí donde aparece el hecho extraordinario de este artículo, se da la casualidad de que el arte se encuentra en un debate inicial donde plantearse esta posibilidad expresiva de que personas con deficiencia se conviertan en artistas de la escena, en donde no se connota ni peyora la función dramática, sino que acontece como si fuera expresada por un artista sin deficiencia, y que por el contrario no tiene relación ninguna con una persona con otra disfunción. Es aquí donde podemos asistir a un universo de nuevo orden, estableciéndose una paradoja que no es equiparable a otras propuestas de creación como la cita fílmica anterior, o como el caso de la intromisión de una persona con minusvalía social en la toxicomanía u otro apartado, en tanto que la situación novedosa es que no existe ninguna cortapisa ni ninguna maraña salvo que la ejecución busque la excelencia artística por encima de todo.



Este debate abre otra posible nota para analizar. Si existe la posibilidad de esta identificación evidente en tanto que el elemento objeto se refiera al primer plano sígnico, se produce un salto cualitativo sin parangón en lo que sería una segunda lectura en el componente del signo artístico en el desarrollo de este montaje. Se puede dar la casualidad de que en el caso de un actor con problemas de alcoholismo haga la película reinterpretándose a sí mismo. Pero qué sucede cuando un artista con deficiencia psíquica junto a otro con deficiencia física, pudieran actuar en los personajes de Mítaro o Namur, o cuando una persona más con deficiencia física, llamado despectivamente, enano, pequeño en su mundo, y persona con problemas de crecimiento en otro orden, ejecutase el otro tercer personaje, Toso. Este planteamiento, no ha sido el que se ha desarrollado durante el montaje, pues fueron otras actrices con distinta capacidad, las encargadas de hacer el rol de coro. Esto nos hace mirar de manera espectacular a estas mujeres que interpretan al coro, a los hombres del paraguas, antítesis propuesta para jugar en rol de hombre y mujer según conviniese, y recordando el elemento de la tragedia clásica, añadiendo su afinidad al humor con la dramaturgia de Arrabal. Asimismo, su aspecto y su carácter en la actuación, ligando en el recuerdo a ese coro de las Bacantes que siendo seres discapacitados por la sociedad, al ser mujer en la sociedad griega no tenías las mismas garantías que al ser hombre, nos muestran en paradójica circunstancia la ceguera y la negligencia que la sociedad voayeur tiene ante las personas afectadas por alguna deficiencia, y ahondando en la interesante circunstancia de que el ejecutor de un personaje sin discapacidad sea un actor con deficiencia.



Evidentemente, se percibirá cierto rasgo del Performance en la intención de que arroje una lectura impactante al público, así se puede recuperar algo de la tradición de la vanguardia llevada a cabo por el autor y sus compañeros del Grupo Pánico. En una continuación con la propuesta, se persigue una introducción en la ritualidad también en tanto que el público pasa por medio de la escena al comenzar la obra, asistiendo a una instalación plástica reflejo de la temática y el componente estético de la creación, y ahondando en ese guiño del Happening que también utilizaron como medio expresivo los componentes de este colectivo artístico vanguardista.



Esta situación descrita anteriormente, donde una persona con deficiencia interpreta a personajes sin deficiencia, es uno de los motivos fundamentales de mi análisis, pues no se da la garantía de que sea aprobado en cuanto que el universo real se entraña directamente con el de ficción en muchas tendencias artísticas de la representación. La ficción, que cuesta que sea definida en sí misma, se dispara en la escenificación a partir de este hecho, paradójico en estilo realista o naturalista, aun atendiendo a la deformación de los personajes que se debiera tener como convención en el acto de la diferenciación de estilos, si es que se realiza por una persona con discapacidad. En el caso de una creación en el estilo realista nace una lectura difícil de evolucionar en el campo escénico, sobre todo, por la falaz nivelación de la creación realizada en este estilo y la asimilación con la realidad que en primer lugar opera en muchos centros docentes. Esa idea de que el personaje parte del actor, y en un momento dado se subliman, mientras no se atiende a las capacidades y cualidades de la persona y la pedagogía aprehendida en función de la categorización de hacerse actor para luego construir personajes. Las escuelas que han entendido erróneamente la convención teatral y extienden sin más rigor propedéutico el método psicologista como medio de expresión para cualquier estilo, falacia inaguantable hasta la saciedad, nos llevan a una consecuencia como segunda lectura en tanto que para la recepción más general opera una osmótica sensación de equiparar al personaje y al actor en este estilo, con lo que en el caso de los actores con deficiencia, no sabríamos muy bien cuánto se debe a lo que la persona es y cuánto a lo que el personaje demandaría.



En el caso de otros estilos se podría observar una enorme diferenciación, frente al caso del realismo y el naturalismo comentado, aunque siempre que haya una técnica demarcada no tendría por qué afectar en ningún modo esa nivelación aparente y operante que apreciáramos en un primer momento. Sin embargo, el no entender el teatro como una vivencia de la realidad, sino una convención apoyada en la ficción, podría dar como resultado, por fin, que se pueda apreciar en esta intención estética que expongo una analogía con el detalle de teatro total en el acto de unificar actores de diferentes culturas y tradiciones escénicas que ha realizado, como sabemos durante más de treinta años, Peter Brook. En este sentido, por ejemplo, su Hamlet interpretado por un actor de color, o la versión cinematográfica de la obra de Shakespeare Mucho ruido y pocas nueces de Kenneth Branagh donde el príncipe español lo hacía el actor de color, "oscarizado", Denzel Washington. Este debate ha pronosticado que el referente escénico realizado por personas con discapacidad tenga una garantía de arte definitivo, en donde al igual que el detalle del personaje de Lis de la Cía. El Tinglao, como en las compañías de la Fundación once, por ejemplo, donde las obras con personajes con ceguera sean los mismos ciegos quienes lo hagan, además de incurrir en el riesgo creativo de expresar un personaje sin discapacidad por un actor con deficiencia, por una mayor paradoja artística, nos propone en sentido contrario el que se lance una dimensión pleonástica y estéticamente valorable por la sublimación de la presencia de la persona con la identidad del personaje en otros momentos. Así pues, todos estos cometidos, la ficción de un personaje con deficiencia actuado por una persona con deficiencia, la ficción de un personaje sin deficiencia realizado por un artista con deficiencia y la representación de un personaje con deficiencia actuado con un artista sin deficiencia operarían en el mismo sentido artístico y estético, siempre que se logren los objetivos de excelencia buscados.



En el caso del montaje de Fando y Lis, en la búsqueda de esta aparente paradoja, intenté hallar que el elemento sonoro apostado en el signo del tiempo en que transcurre la obra, con una música original para el montaje, fuese interpretado por un músico ciego, si bien no ha sido fácil encontrarlo, todavía no quita para que pueda encontrarlo en futuras representaciones. El espacio de teatro ritual inherente al estilo de "Teatro Pánico" lo hemos ajustado con una referencia completa al introducir este aporte musical. Asimismo, nos acercamos al drama griego en toda su factura, pero también al drama del teatro oriental, conocido por la fábula y su designio social, conocido por la búsqueda en la excelencia de la interpretación, como la que nosotros hemos intentado, y buscamos que sea comentada la referencia estética y artística por esa excelencia de los actores y actrices que la interpretan y no por sus formas originales. No es cierto que todo el mundo conozca la fábula de Fando y Lis, pero sí que hemos ajustado que el público asista desde el inicio a un final sabido, para así no caer en la sorpresa del teatro occidental y dirigirnos a una solución trágica en género y estilo. El corifeo que hemos introducido es el término de figura del teatro medieval y continuado hasta el barroco, donde en vez de actuar como personaje en juicio hacia el protagonista y el antagonista, así como su debate con el coro, lo hemos dejado en una incapacidad artística para su expresión oral, siendo una paradoja en el entramado de género y estilo al que nos estamos refiriendo. En este caso, y casi como homenaje a esos corifeos visionarios como el de la locura de Casandra o la ceguera de Tiresias, se intentó que fuera un actor con lesión cerebral, que presentaría rasgos de deficiencia análogos al de una persona con parálisis cerebral. Así creeríamos que estamos dando referencia de todas las deficiencias posibles, si bien no de todas las específicas, en tanto que la deficiencia sensorial, intelectual y física tendrían su representación en esta obra.



En muchos pasos acaecidos desde el origen de la compañía, asistimos con una gran sorpresa a cómo desde la crítica se retoma la especificidad de demarcar a los actores según su raza o género, si es que hubiera ambigüedad, en el caso de las personas con discapacidad. Y así hemos recogido el caso de uno de nuestros integrantes que ha sido rebautizado con el nombre de actor con espasticidad. Es claro que el funcionamiento de la crítica periodística actúa de vate, a modo de vanguardia, y abre, al igual que la literaria y la artística, un debate sobre el arte, añadiendo abundante coro de neologismos con que atilda al referente evaluado. Así no será sorpresa que desde esta posición de vanguardia nominal y de justicia poética lleguemos a saber cómo será la crítica de este montaje, donde esperemos que todo este hecho natural se vuelva ficticio y verosímil a la vez en cada representación realizada.



No quisiera dejar de ver que el montaje recorre en forma ecléctica una idea que tiene su base en el movimiento surrealista y en ciertos aportes de las vanguardias. Así, tomando desde el referente escénico, desde el estilo y género que se asume como código de representación, así como el hecho en sí de la actuación de actores con y sin discapacidad, se intenta verter una idea revulsiva y novedosa entre lo actual y la herencia, que den al trabajo un corte especial para un receptor general. En ello trabajamos y el resultado en cada representación nos dirá su interés.



Fando y Lis como resultado


Después de esta exposición que vierte el planteamiento inicial que pensé para llevar adelante el montaje, la realidad ha sido otra y la ficción ha dado paso a una evolución propia de la obra, a veces, sorprendente con esta idea de partida.



El resultado estético no ha variado desde ese planteamiento inicial. Muy por el contrario ha ahondado aún más en el interés de propuesta arriesgada que creo se proponía desde su inicio. La crítica periodística ha valorado muy positivamente desde todos los planos ideológicos posibles el documento. Está siendo una sorpresa continuada, si pensamos en el riesgo que un texto como éste presenta.



El mismo autor, tras la noche que asistió a una representación privada, escribió un artículo que envió a diversas personas y medios, en donde plasmaba su admiración y su gran sorpresa por la representación vista. No es momento ni lugar para adscribirse elogios, pues queda en el haber la posible mirada a la prensa del momento, pero siempre que la mirada de un autor y director coinciden en el registro llevado adelante por los actores y actrices, se alza una singular manera de la vida en el arte, se eleva una situación mágica, se consolida una postura para la sociedad que no pasa inadvertida. Sabiendo la cantidad de circunstancias que se tienen que dar para que esto se produzca.



Fando y Lis creció en el plazo de seis semanas continuas, para luego extenderse en ensayos parcelados hasta su estreno. El tiempo de representaciones de hoy día para compañías menores como El Tinglao en cuanto a su distribución sabemos que es imposible de mediar, cada día que añades una la tienes como un enorme éxito, pues el mercado aprecia diversas maneras estéticas encontrando salida a productos más mediáticos en muchos momentos. Nosotros, el equipo que constituye este montaje, nos sentimos agradecidos por toda la trayectoria que hasta ahora se ha producido, y esperamos se siga produciendo. La participación en la gira nacional de la Red Nacional de Salas Alternativas ha dado un vuelco al proyecto inicial y ha consolidado la propuesta en un nivel que es difícil conseguir si no se dan muchas representaciones.



Si hoy día me volviera a plantear la posibilidad de hacer este montaje, esta obra, volvería a coger a las mismas personas, pues a día de hoy, siento que no sería posible mejorar la propuesta, no sería superable si no es con las personas que lo han constituido. La idea del inicio, con la variedad de artistas con alguna deficiencia, bien es cierto que ha variado por diversos motivos, pero la ejecución en escena de la deformidad como elemento referente de la proposición estética del montaje no ha disminuido, se ha mostrado igual de intensa e interesante, y desde luego, ha motivado muchas iniciativas que han sido valoradas por los espectadores en todo momento, especialistas y especiales, pues tampoco se deben obviar la diferencia y diversidad de público con que hemos contado. Quizá su diversidad de opiniones, tan opuestas, haya enriquecido la iniciativa que hemos consolidado, y en la posibilidad infinita de funciones que el ser humano tiene, en la diversidad infinita de funcionamientos estéticos que operan en la presencia de este montaje, se haya dado la riqueza de la propuesta que tanto se ha valorado.


 No sé cuánto más dará de sí esta vida cruenta en la escena que narra la fábula de esta obra, ni su viaje infinito hacia Tar, pero desde luego soñar que es posible viajar hacia todos los lugares que hemos visitado, todos los espectadores que lo han visto y esperamos lo puedan seguir viendo, nos ha dado momentos que serán recuerdo desde este mismo instante. Tar puede que no exista, pero al menos nos queda la libertad de pensarlo, soñarlo, y puede que en esa libertad haya estado la genial idea de Arrabal convertida y representada por nuestra diferente y diversa forma estética y vital a través de nuestro montaje.


David Ojeda Abolafia







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