jueves, 29 de marzo de 2012


La censura en Historia de una escalera




    Unos días después que Las palabras en la arena, se presentaba a censura Historia de una escalera. Fue leída por tres censores, que no encontraron en ella ninguna tesis perniciosa ni contraria a los principios del régimen: así, el religioso fray Mauricio de Begoña, aunque no la encontró de su agrado, no puso reparos para autorizarla, ya que, en su opinión, no defendía una ideología concreta, sino que describía una realidad:



    “La obra es expositiva sin mantener tesis alguna. Describe las sordideces, sueños, fracasos y nuevos sueños de una humanidad sórdida que se repite a sí misma con rutina de bestia de noria.”



    Igualmente, Montes Agudo señaló que el texto carecía de “fuerza polémica”, y en cuanto a su dimensión moral, se limitó a señalar: “Sin tacha”. La “tesis principal”, para él, era la siguiente: “los hijos se resisten a caer en los errores de los padres, en limitar el vuelo de sus sueños a la estrechez de esa escalera, es decir, de ese ‘mundo’ hostil, enconado y pobre de espíritu”. Por último, Emilio Morales de Acevedo, aunque proponía la supresión de varios fragmentos, realizó un informe muy elogioso. Este censor se refería así al argumento de la obra:



    “Se reduce a un bello y sutil sainete para minorías selectas en el que se reflejan unas vidas de gentes humildes que habitan la casa y suben y bajan la eterna escalera; se aman, se odian, se critican, nacen y mueren y la historia se repite en los hijos, que pese a todas sus ilusiones, seguirán subiendo y bajando la eterna escalera hasta que quiera Dios.”



    Este censor calificaba su valor literario de “muy estimable”, y añadía: “Es prodigio de observación y de verdad que lleva al autor a no querer prescindir de adjetivos vulgares para dar fuerza y color a la obra”. También Montes Agudo encontraba apreciable la intención de hacer un teatro nuevo y distinto: destacó como virtudes “valentía en el enfoque escénico, sinceridad en el perfil de los personajes, nobleza de tema, pulcritud en el trazado moral, intento de rasgar ciertos patrones escénicos, perfecta ambientación”; sin embargo, como ya se apuntó, señaló que el autor se había quedado en el intento por falta de capacidad creadora: entre sus defectos, señaló “Indecisiones, reiteración, monotonía, estrechez de tema, artificiosidad, lentitud, poca elevación dialéctica”, y concluía: “Es una muestra de teatro inquieto, nuevo, estimable siempre, pero servido por pluma sin nervio o pasión de artista”.



    Finalmente, la obra fue autorizada tan sólo una semana después de haber sido presentada, con tres cortes —dos de los cuales, significativamente, hacían referencia a la desigualdad de clases y al sindicato— y dos modificaciones (“nada grave”,según el autor ). Con su autorización, la carestía económica y las condiciones de vida de las clases humildes serían reflejadas por primera vez en un escenario, consiguiendo un éxito que los censores no habían sospechado. Según señala Iglesias Feijoo, en este texto el autor ya estaba poniendo en práctica su teoría del posibilismo, pues todo el entramado de relaciones ideológico-sociales permanece en el subtexto. Igualmente, este autor señala que en ella Buero estaba hablando, en la medida en que le era permitido, de las secuelas de la guerra civil española:



    El público de 1949 sabía, efectivamente, que se estaba aludiendo en el subtexto a problemas que no era posible plantear con mayor claridad. Pero esas referencias estaban ahí, y creo que el autor aludía, entre otras, a esta obra, cuando en 1958 contestaba a la acusación de no abordar los problemas españoles recientes, como la guerra civil: “Usted... echa sobre nuestros hombros... una culpa que no es nuestra. Dice usted que bastaría con reflejar el que los protagonistas la vivieron y en ellos dejó la enorme huella. Pues bien, eso es, sin citarlo, lo que les ocurre a nuestros protagonistas. Usted dirá que no lo nota. Y yo le responderé que es una mala suerte para mí, pero que quizá otros lo notan”. (Antonio Buero Vallejo)







Berta Muñoz Cáliz, El teatro crítico español durante el franquismo, visto por sus censores, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2005.

http://www.xn--bertamuoz-r6a.es/censura/indice.html











lunes, 26 de marzo de 2012



  Esquema comparativo
                                 
                              
                   HISTORIA DE UNA ESCALERA    /   HOY ES FIESTA
 

Acotaciones                             Extremadamente detalladas del espacio

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Personajes            El autor se muestra imparcial respecto a ellos, no toma partido por ninguno

                                       Se dejan llevar por las circunstancias, no tienen voluntad



                                            Menos emotivos                  /         Más emotivos, transmiten más:

                                                                                                        Silverio y Pilar

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Relación                                                                Vecindad                                               

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El fracaso                        Simbolizado en Fernando            /             Simbolizado en Silverio

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La esperanza                  Simbolizada en la juventud           /          Simbolizada en Doña Nieves

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La opresión              Simbolizada en las figuras paternas     /     Simbolizada en Nati (la portera)   

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El espacio                            Cerrado y angosto:                   /                Abierto y soleado:

                                     Escalera de un edificio viejo  =                       Azotea de un viejo edificio =

         = lo fijo, inamovible, que no cambia                    = aire, libertad, esperanza

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Tema principal         El poder de elección del individuo:         /                 La esperanza

                                       elección de caminos fáciles



                                  Menos voluntad de seguir adelante:       /            Más voluntad: consiguen

                                        incluso la historia se repite                              pequeños cambios

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El final                     Abierto pero menos emotivo                   /       Abierto y trágico: muerte de Pilar

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Estructura                               Circular                                  /                   Lineal              

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Tiempo                                Grandes saltos:                          /                 Un día:

                                          10 años – 20 años                               desde las 10 de la mañana

                                                                                                        hasta la hora de cenar

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Estilo                                                           Realismo y contenido social

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Lenguaje                                         Culto en las acotaciones, muy cuidado.
                               En la obra utiliza un lenguaje más coloquial, incluso con vulgarismos.
                     El lenguaje que utiliza cada personaje nos indica cosas de su posición socio-cultural.

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El dinero       Importante papel el del dinero = condicionante y opresor de la sociedad y del individuo









lunes, 19 de marzo de 2012



Diferentes puestas en escena de Hoy es fiesta



Premios:

 

    Premio Nacional de Teatro

Representaciones destacadas:

 

    Teatro (Estreno, 1956). Dirección: Claudio de la Torre. 
    Intérpretes: Luisa Sala, Isabel Pallarés, Elvira Noriega, Ángel Picazo, María Francés, María Luisa Moneró, Victoria Rodríguez, Pastor Serrador.

    Televisión (Estudio 1, de Televisión española, 1970). Intérpretes:     Cándida Losada, Berta Riaza, Tina Sáinz, Tota Alba, Julio Núñez, José Orjas, Carmen Rossi, Olga Peiró. 

    Televisión (Estudio 1, de Televisión española, 1981). Intérpretes: Mercedes Sampietro, Carmen Maura, Manel Zarzo, Juan Carlos Naya, Verónica Forqué, Queta Claver, Ana María Ventura, Blanca Sendino.







Estreno en el Teatro María Guerrero (Madrid) el 20 de septiembre de 1956.


     Hoy es fiesta de Buero Vallejo, fue escrita en 1954-1955 y estrenada el 20 de septiembre de 1956 en el Teatro María Guerrero de Madrid, con dirección de Claudio de la Torre.



Elvira Noriega y Ángel Picazo






De izquierda a derecha: Pastor Serrador (Fidel), Victoria Rodríguez (Daniela), María Francés (Nati), Luisa Sala (Manola), María Luisa Moneró (Doña Nieves), Adela Calderón (Tomasa), Manuel Àrbó (Elías), Ángel Picazo (Silverio) y Elvira Noriega (Pilar), en una escena de Hoy es fiesta.









Marzo de 1993. Representada con motivo de la partcipación en el II Festival de Teatro de la U.P.M., en el Salón de Actos de la E.T.S.I.T.M DIRECCIÓN de José Antonio Jiménez
  




REPARTO
NATI_Eva Llorente; DOÑA NIEVES_Begoña Amaré; REMEDIOS_Ana Ojeda; SABAS_Álvaro Martínez; PACO_José Javier Abellán; TOMASA_Silvia Moreno; MANOLA_Olga Luna; FIDEL_Luis Molina; DANIELA_Pilar Salmerón; TERE_Begoña Sánchez; DOÑA BALBINA_Natalia París; SILVERIO_Miguel Ángel Valero; CRITÓBAL_Javier Leira/Álvaro López; ELÍAS_Miguel Ángel del Viejo; PILAR_Raquel Herranz
PREMIOS: MEJOR ACTRIZ PRINCIPAL:Raquel Herranz (PILAR) 







LA CANILLA TEATRO. Calahorra, 1999 


     Este grupo surge en 1994 a raíz de los cursos de teatro organizados por el Ayuntamiento de Calahorra. En 1997 el grupo se constituye como asociación cultural independiente. Son numerosas sus representaciones en las comunidades de La Rioja, Navarra, País Vasco y Cataluña.


    Ha participado en cuatro ocasiones en el Certamen de Teatro Joven de la Comunidad de La Rioja consiguiendo el Premio del público al mejor montaje y finalista a actriz protagonista, en el 5º Certamen Nacional de Teatro de Alegría-Dulantzi. 2011


    Periódicamente realiza cursos de interpretación, tanto para alumnos no vinculados a la asociación. Como para los miembros del grupo; perfeccionando áreas como: puesta en escena, movimiento, voz e improvisación. 


    Desde 1998 La Canilla es dirigida por DANIEL RUBIO.

  
    Con esta introducción, nos presenta este grupo de teatro la obra de Buero Vallejo de Hoy es fiesta:


“Hay que esperar siempre… la esperanza nunca termina…creamos en la esperanza… la esperanza es infinita…” Estas palabras que aparecen en la obra, podrían sintetizar la propuesta del autor de “Hoy es fiesta” y en muchos otros de sus dramas, ante el desamparo y fragilidad que acompañan el transcurrir de la existencia humana.


Y esperanzador parece abrirse ese mediocre día de fiesta para los protagonistas de la obra, unos inquilinos de clase humilde en una casa de vecinos madrileña, cuando consiguen “conquistar” el libre disfrute de la azotea frente a la irracional autoridad de la portera. A lo largo de una trama en la que se entretejen el humor y la tragedia, la ternura y la violencia, el egoísmo y la solidaridad, los personajes nos van mostrando sus defectos y virtudes, sus penas y alegría, sus desengaños y sueños… Sueños hasta ahora nunca alcanzados: “Y así toda la vida corriendo como perros tras las cosas sin conseguirlas nunca…”, dice uno de ellos.


Pero hoy, ¿Quién sabe?, las cosas pueden cambiar… el principio del día, con la recuperación de la azotea, puede ser un indicio… y las cartas de doña Nieves, una pitonisa que vive en el inmueble, se han mostrado favorables respecto al sorteo de la lotería que se celebrara por la tarde y del que casi todos poseen pequeños participaciones distribuidas por otra de la vecinas… Sí, la vida es dura, pero… hay que esperar siempre,… la esperanza nunca termina…"

 








PRENSA







Televisión

    - Televisión (1970):

           Director: Alberto González Vergel.
  
Intérpretes: Berta Riaza, Tota Alba, Julio Núñez, José Orjas, Cándida Losada, Tina Sainz, María Luisa Arias, Carmen Rossi.


    - Televisión (1981):

           Director: Alberto González Vergel.


Intérpretes: Mercedes Samprieto, Carmen Maura, Verónica Forqué, Queta Claver, Manuel Zarzo, Ana María Ventura, Juan Carlos Naya, Luisa Rodrigo, José Luis Fernández, Quique Buero, Alicia Viejo.





Vídeos:


Hoy es fiesta de Buero Vallejo MONÓLOGO:




Hoy es fiesta, de Buero Ballejo, representada por los alumnos del curso juvenil de la Escuela de Actores de Canarias:









domingo, 11 de marzo de 2012



Diferentes puestas en escena de Historia de una escalera


     Tanto en Historia de una escalera, como en Hoy es fiesta, el autor es muy explícito a la hora de definir el espacio en el que se desarrolla la acción. Ya que este espacio está cargado de connotaciones.


     Así que Buero Vallejo, comienza la obra con una acotación en la que define el espacio:


“Un tramo de escalera con dos rellanos, en una casa modesta
de vecindad. Los escalones de bajada hacia los pisos inferiores
se encuentran en el primer término izquierdo. La barandilla
que los bordea es muy pobre, con el pasamanos de hierro,
y tuerce para correr a lo largo de la escena limitando el primer rellano.
Cerca del lateral derecho arranca un tramo completo
de unos diez escalones. La barandilla lo separa a su izquierda
del hueco de la escalera y a su derecha hay una pared
que rompe en ángulo junto al primer peldaño, formando
en el primer término derecho un entrante con una sucia
ventana lateral. Al final del tramo la barandilla vuelve
de nuevo y termina en el lateral izquierdo, limitando
el segundo rellano. En el borde de éste, una polvorienta
bombilla enrejada pende hacia el hueco de la escalera.
En el segundo rellano hay cuatro puertas: dos laterales
y dos centrales. Las distinguiremos, de derecha a izquierda,
con los números I, II, III y IV.”







Estreno de Historia de una escalera, en octubre de 1949















Recibiendo los aplausos del público en el estreno




Historia de una escalera, 2003. Escenografía del arquitecto y escenógrafo: Oscar Tusquets Blanca con Fernanda Hannah

Centro Dramático Nacional, Madrid

Póster: Eva Blanch

Premio ADE (Asociación Directores de escena)

Madrid 2003

Posiblemente Historia de una escalera sea uno de los espacios más limitados en el que más situaciones se desarrollan...






Es una prisión, una ratonera donde pasan cosas muy terribles pero con algo de esperanza. En el póster se atisba algo de cielo azul en lo alto de la escalera, un cielo azul con nubes. Las nubes en movimiento también son una metáfora del paso del tiempo y tienen mucha presencia en los arranques de los tres actos.



2005. Los Cómicos Astros







 


  

 

 





 


 



 




Videos:


Yronia Teatre. Teatro Darymelia – Jaen. 2011





Film cubano. Director: Raúl Villarreal


 
"Mis agradecimientos a la persona que subió este video. Soy el director y realizador de este telefilm o teleteatro y me ha dado mucha satisfacción encontrarlo aquí porque la copia que yo tenia ya estaba defectuosa. En esta obra trabaja un elenco de talentosos y conocidos actores cubanos que junto a un magnifico equipo de realización, hicieron posible que ahora esta se pueda apreciar por el público del planeta. Gracias compatriotas y un fuerte abrazo para cada uno de ustedes." Raúl Villarreal.




Adaptación de los alumnos de la Facultad de filosofía y letras Liubliana. Eslovenia, marzo 2010



MARIA JOSE GUERRERO - HISTORIA DE UNA ESCALERA - PEÑA RECREATIVA CLUB LAS ROZAS 70




sábado, 10 de marzo de 2012



Historia de una escalera. TIEMPO Y ESPACIO

(Introducción de Austral Editorial)


     Es bien sabido que la profundidad de las ideas y la seria reflexión que las obras de Buero han propuesto sobre los conflictos éticos, sociales e individuales de cada uno de los momentos de su tiempo han velado, en cierto modo, la consideración de los aciertos dramatúrgicos que, en tan gran medida como los temáticos y argumentales, poseen sus obras. Tiempo y espacio han supuesto para el autor elementos destacables de la conflictiva existencia humana por creerlos“los grandes límites del hombre” pero también constantes motivos de indagación técnica. En 1950 indicaba: “La construcción técnica me preocupó especialmente; un escenario “de puertas afuera” imponía una forzosa fugacidad en las situaciones, muy interesante de resolver”; y en otro lugar subrayaba: “Creo que fueron dos preocupaciones simultáneas las que me llevaron a escribir la obra: desarrollar el panorama humano que siempre ofrece una escalera de vecinos y abordar las tentadoras dificultades de construcción teatral que un escenario como ese poseía”.


     El espacio de la escalera está perfectamente descrito desde la primera acotación que, en su detallismo y funcionalidad, constituye un perfilado boceto escenográfico. Sólo la adjetivación permite observar que este lugar goza también de valor simbólico al coincidir en su decrepitud y desgaste con el proceso seguido por las vidas que en ella se desarrollan y con la imposibilidad que los seres que la pueblan tienen para modificar su destino. El deterioro se subraya por la permanencia del mismo espacio descrito al inicio del acto segundo. La calificación del entorno y sus objetos (“modesta”, “pobre”,“sucia”, “polvorienta”) corrobora la tajante aseveración de la frase que antecede: “Han pasado diez años que no se notan nada”. Al comienzo del tercer acto algo ha cambiado: “La ventana tiene ahora cristales romboidales coloreados, y en la pared del segundo rellano, frente al tramo, puede leerse la palabra QUINTO en una placa de metal. Las puertas han sido dotadas de timbre eléctrico, y las paredes, blanqueadas”; sin embargo, el dramaturgo avisa desde la acotación que todo ello es un disfraz que el casero ha superpuesto a la escalera de siempre. Igual ocurre con los nuevos inquilinos; parecen personas distintas, pero en el fondo son también insustanciales y mezquinos; otro tanto se podría decir de los jóvenes que a continuación aparecerán en ella, quienes, bajo la apariencia de pureza, esconden ya quizá el germen de la inautenticidad.


     Este espacio “de puertas afuera” coloca al espectador en posición distanciada, capacitado por el dramaturgo para captar únicamente aquello que los personajes están dispuestos a expresar en el lugar de paso. El hecho de que la calle y sus conflictos sociales y políticos y las viviendas con su bullir interior sean espacios omitidos para el receptor determina que éste sea conducido hacia el reconocimiento de situaciones y personajes por breves retazos conversacionales que, sin embargo, producen la sensación de un proceso vital completo.


     De la problemática realidad social eludida en la representación informan las mujeres, que se quejan al pie de las puertas de sus casas del difícil trance de llegar a fin de mes; el “casinillo”, espacio de la confidencia, recoge y transmite la información sobre los movimientos políticos del exterior, con el renacer de la conciencia obrera y su lucha contra la burguesía adocenada, y muestra los afectos y el desamor; el reproche político surge en la inestable posición que supone hallarse entre los peldaños queriendo escapar de una verdad ya ineludible. El conjunto de la escalera que ocupa el escenario no es sólo un lugar de encuentro entre personajes; es el lugar donde rebosa el recipiente que detrás de las puertas se ha llenado de amargura y frustración, y viene de la calle colmado de desencanto y fracaso.


     Es preciso también entender el tiempo en varios sentidos: de un lado, posee la noción de “límite” que afecta al tema, de lo que habla Fernando en la escena segunda del acto primero; de otro, contiene la dimensión dramatúrgica como constituyente básico del hecho teatral y condicionante de su estructura. Buero, buen conocedor del género, ha manipulado tiempo y espacio a lo largo de toda su producción: en Aventura en lo gris, el tiempo onírico de “El Sueño” interpolado en la acción presenta hechos que están ocurriendo en el tiempo real, y el público sólo toma conciencia de ello al descubrirse el cadáver de Isabel; la sujeción del tiempo de la historia escenificada al de la representación está marcada en escena por un reloj en Madrugada; la diversidad temporal presente en el doble plano del escenario es la base de la estructura dramatúrgica de El tragaluz y de La doble historia del doctor Valmy; en La Fundación, el receptor se ve inmerso en la falacia espacial que genera la mente culpable de Tomás; los dos elementos (tiempo y espacio) se ensamblan de tal manera en La detonación que los lugares son símbolo y representación del tiempo, ya que toda la obra constituye una inmersión en el pasado y lo que el espacio escénico muestra son referencias cronológicas del proceso de aniquilación de la víctima. Aunque en muchas de sus obras estos integrantes son elementos fundamentales, sírvanos como último ejemplo el extraordinario juego espacio-temporal con que se estructura la acción de Jueces en la noche.


     A pesar de su aparente sencillez, las nociones de tiempo en Historia de una escalera son múltiples y su función dramatúrgica, sustancial. Una precisión objetivada por el autor (“es una obra en tres actos y treinta años”) fija el tramo temporal en el que se producen los hechos dramatizados; en otro lugar reconoce: “Las concreciones de tiempo –años 1919, 1929 y 1949- y de lugar –Madrid- que las representaciones y sus programas han ofrecido de una manera por imperativos elementales del teatro, actuaron en mí de una manera subterránea […]. Pero ninguna de ellas entró en el plan consciente del trabajo”. El tiempo de la historia representada, impreciso y ambiguo a partir de la primera acotación (“El espectador asiste, en este acto y en el siguiente, a la galvanización momentánea de tiempos que han pasado. Los vestidos tienen un vago aire retrospectivo”) posee la particularidad de ser reactivador (“galvanizador”) de los tiempos pasados con voluntaria indeterminación, lo que concede a la pieza el carácter de teatro histórico en la línea que el propio Buero iniciaría de hecho en 1958 con Un soñador para un pueblo; ese teatro que “ilumina nuestro presente […] y nos hace entender y sentir mejor la relación viva existente entre lo que sucedió y lo que nos sucede”. La obra provocaba en el momento de su estreno, y en el de cada una de sus representaciones posteriores, una mirada hacia atrás por parte de los espectadores, una contemplación del ayer activadora de la reflexión sobre el hoy, de ahí surge la nueva noción de tiempo dramatúrgico que afecta al espectador, al conectar éste su realidad presente con la del presente de los personajes de la escena, y lo capacita para resolver si está dispuesto a superar el “eterno retorno”. Visto así, el tiempo de Historia de una escalera, es, como en El tragaluz, Valmy o el teatro histórico, un generador de perspectivas favorecedoras del reconocimiento y la catarsis. Al contar con el público como futuro superador de los males sufridos por sus personajes, Buero estaba esbozando la idea básica de El tragaluz, cuyos representantes de un mundo no contaminado podrían ser aquellos de los espectadores capaces de librarse de las taras del mundo presente.


     Casi cincuenta años después, el autor recoge en otros personajes (Gabriel y Matilde, de Las trampas del azar) esa generación de jóvenes que dejó haciendo promesas; el retorno se ha seguido produciendo, pero el dramaturgo aún mantiene la esperanza en la figura de Patricia, la joven de los años noventa que, inmersa en un mundo contaminado, es consciente del peligro que corre y está dispuesta a luchar contra él.


     Algunas marcas expresadas en el drama ayudan a configurar el tiempo de la historia; la más significativa, si aceptamos la contemporaneidad de la voz narrativa que surge de las acotaciones y el momento de escritura del texto, es la afirmación de la didascalia que encabeza el acto tercero: “Es ya nuestra época”,correspondiendo a la de la conclusión del manuscrito o la de la escritura de la acotación. Sin embargo, es también la de cada momento posterior de lectura o representación de la pieza, porque con la generalización inicial (“tiempos que han pasado”) el autor indetermina los límites de los treinta años en los que lo sustancial es plantear la relación del hombre con su sociedad, con su entorno personal y con su propia naturaleza, y los conflictos que estas relaciones le producen. Todo ello es intemporal y sustenta la dimensión profunda, simbólica, de una obra que se presentó ante el público con la apariencia de un sainete y la etiqueta del realismo porque su autor quiso “hacer una comedia en la que lo ambicioso del propósito estético se articulase en formas teatrales susceptibles de ser recibidas con agrado por el gran público”.


     A pesar de lo que afirmamos, existen indicios temporales que, bien observados, ayudan a descubrir el tiempo aludido por la acción y el de los acontecimientos políticos del exterior. En el primer acto se pueden tomar como claves el precio de los recibos de la luz y, sobre todo, el discurso político de Urbano acerca del sindicalismo y la huelga de metalúrgicos. Estos indicios colocarán la acción hacia la mitad de la segunda década de nuestro siglo, momento en que nace el dramaturgo (1916). A partir de aquí las precisiones interesan menos; los diez años siguientes “no se notan en nada” en el espacio ocupado por los personajes, que sí han padecido los efectos del tiempo: “Paca y Generosa han encanecido mucho”; “Trini es ya una mujer madura”; Carmina “empieza a marchitarse” y Elvira (“cuya cara no guarda nada de la antigua vivacidad”) y Fernando tienen un hijo. Sobre Fernando y Urbano nada físico precisa el dramaturgo, salvo lo relativo a su atuendo, quizá porque, al ser los personajes polarizadores del conflicto, lo que le interesa es su persistencia en los errores de comportamiento individual y la falsedad de sus relaciones interpersonales.


     Al comienzo del acto tercero, después de pasados veinte años más, una forma verbal de aspecto durativo marca la permanencia: “La escalera sigue siendo una humilde escalera de vecindad”. El tiempo, sin embargo, ha hecho estragos físicos en los habitantes que quedan en pie, con lo que algunos son, a primera vista, irreconocibles, como se vierte en la estructura de la frase con la acotación da entrada a “una viejecita consumida y arrugada” que resulta ser Paca. La contemporaneidad está marcada por los dos nuevos inquilinos, cuyo dinamismo contrasta con la lentitud de la anciana y avisa de una nueva forma de fugacidad, la que imprime el comportamiento deshumanizado de los tiempos modernos; éstos tampoco parecen traer la esperanza porque sus representantes, absorbidos por el progreso, sólo han evolucionado en el nivel económico. Los efectos temporales están especialmente puestos de manifiesto en este acto, en el que el dramaturgo contrasta las evidentes diferencias exteriores con la noción final de “volver a empezar”.


     Las “huellas de la edad” se perciben en las parejas centrales, descritas como “casi viejos”. Los hijos hacen también evidente el cambio. A Manolín, el pequeño de Fernando y Elvira, lo encontramos el día que cumple doce años. Muy significativo es el tiempo como elemento igualador de Trini y Rosa: “Una pareja notablemente igualada por las arrugas y la tristeza que la desilusión y las penas han puesto en sus rostros”. Las hermanas viven ahora juntas; durante la elipsis ha muerto el señor Juan, con quien Trini tan bien se entendía, y Pepe ha dejado abandonada a Rosa; en fugaces retazos, situados en el discurso de los personajes, el receptor será informado de los sucesos del tiempo omitido y asistirá, por tanto, al proceso de evolución de las existencias. Las últimas frases intercambiadas antes de cerrar la puerta de su casa, clausuran para el espectador la tragedia de estas dos mujeres.


     En el discurso dramático nada, aparentemente, resulta indicio del terrible acontecimiento que ocupó el comienzo de la última década del tiempo omitido (1936-1939), pero una réplica de Urbano a Fernando en la escena tercera del tercer acto daba, antes de ser censurada, la clave temporal del conflicto exterior sufrido y enlazaba en palabras y actitud con otra dada por el mismo personaje en la escena segunda del acto primero, cuando Urbano, en plena efervescencia sindicalista y juvenil, acepta: “Ya sé que no llegaré muy lejos; y tampoco tú llegarás”. No es muy lógica esta posición en la figura del defensor radical de unas convicciones recién estrenadas, es más bien la actitud de un personaje construido desde la experiencia del fracaso, un personaje a quien el tiempo dramático ha demostrado lo que su autor ya sabía, que el esfuerzo ha sido inútil o que quizá ha faltado esfuerzo; por eso, antes de que el tiempo transcurra, él ha aceptado que “lo más fácil es que dentro de diez años sigamos subiendo esta escalera y fumando en este ‘casinillo’”. El personaje siente el tiempo y, por tanto, posee la trágica sensación de ver “ya en el presente el pasado y en el pasado lo porvenir”.

VIRTUDES SERRANO